18 de mayo de 2009
Zigor Aldama, Nakai
La presa Nam Theun 2 cambiará para siempre el paisaje de 450 km2 y la forma de vida de 6.300 personas. Es el mayor proyecto jamás realizado en Laos.
Thanawat, hombre de 37 años y natural del pequeño poblado de Nakai (Laos), tiene desde hace unos meses una vivienda submarina. No es que forme parte de un proyecto científico futurista. Su hogar ha quedado engullido por un gigantesco monstruo líquido de dimensiones desconocidas en Laos: 39 m de altura y 400 m de largo. Se trata de Nam Theun 2, el mayor proyecto de infraestructura de la historia de su país y la vigésima barrera que se alza en una de las principales vías fluviales de Asia, el río Mekong. Ha provocado ya casi 7.000 desplazados. Entre ellos se encuentra la familia de Thanawat.
Cuando en diciembre entre en funcionamiento, Nam Theun 2 proporcionará 1070 megavatios (MW) de energía al país. Esta energía representa 1,5 veces la capacidad productiva actual de Laos, con 5 millones de habitantes y uno de los países más pobres del mundo. Casi 1.000 MW, el 95%, irá a parar directamente a Tailandia a través de un circuito eléctrico de 130 km.
Impacto medioambiental
Sin embargo, varias ONG se oponen rotundamente a la construcción de Nam Theun 2. Rivers International considera “irreversible” el impacto a corto plazo de la sucesión de presas en el río Mekong, que va mucho más allá de los miles de desplazados. “Se reducirá la pesca, especialmente en al menos 257 pueblos río abajo, aumentará la polución, y muchas personas verán su forma de vida amenazada”, reconoce Illangovan. Por otro lado, la densa jungla que antes habitaban los elefantes (ya sólo quedan 1.000 en el país), se verá afectada. “Por eso es necesario que busquemos una solución integral para las personas y para el ecosistema”. Actualmente, sólo en Laos se están construyendo 17 represas de tamaños menores que suman sus efectos negativos al frágil medioambiente del país. Y a ellas se unen los proyectos de China, Vietnam, Tailandia y Camboya.
“En 20 años, el Mekong va a sufrir el gran impacto de todas estas infraestructuras”, vaticina el director de la entidad. “Por eso estamos determinados a construir esta presa con el máximo cuidado”. No obstante, según un estudio elaborado por el propio Banco Mundial entre 49 presas diferentes, la de Nam Theun 2 no puede considerarse ‘ni buena, ni mala’, lo cual quiere decir que los beneficios económicos y los aspectos negativos ecológicos se contrarrestan. Sin embargo, Rivers International esgrime que no se pueden comparar las ganancias de multinacionales a las pérdidas del ecosistema.
“A quienes vean en peligro sus ingresos, les permitiremos pescar en las instalaciones, y garantizamos que, en cinco años, la renta se habrá duplicado”, promete Illangovan. Si cumple su palabra, en 2012 Thanawat ganará 80 euros. Al año.
Según el consorcio responsable del proyecto, las arcas del Estado recibirán bastante más: 30 millones de dólares anuales hasta 2020 y 110 millones de ahí a 2034. En ese momento, la presa será cedida completamente a Laos y generará en torno al 3% del PIB del país. En la página web oficial del proyecto se puede leer: “Si los beneficios se gastan de forma eficiente y transparente, tal y como se ha acordado, Nam Theun 2 puede suponer un arma eficaz para aliviar la pobreza de Laos”. Desafortunadamente, la corrupción es uno de los puntos fuertes del país. Miranda Gasparini, responsable de Comunicación del Banco Mundial en Laos, reconoce que el problema es grave: “Hay que asegurarse de que la población local se beneficia de la presa, y la corrupción es una traba importante”.
Respuesta en la ciencia
Cuando uno visita el proyecto, surgen dudas razonables. ¿Hasta qué punto se puede basar la destrucción del ecosistema en el concepto de desarrollo económico?, ¿qué beneficio real va a dejar este proyecto en la población y en el país? Ninguna respuesta es sencilla y no se debe caer en la demagogia. Resulta hipócrita criticar este tipo de proyectos desde la comodidad de una casa bien iluminada y en la que no falta ningún electrodoméstico. Aunque pueda parecer un comentario manido, es cierta la aseveración que los chinos suelen hacer cuando se les enfrenta con su cruel realidad medioambiental: “Nosotros también tenemos derecho a disfrutar de los bienes materiales del mundo globalizado”.
La respuesta debería estar en la ciencia. La apuesta por las energías renovables debería comenzar en aquellos países que, como Laos, todavía no cuentan con una infraestructura energética desarrollada. Obviamente, con una renta per cápita como la de Thanawat, el país no puede hacerse cargo del coste que ello supone. Deben ser los organismos internacionales, como el Banco Mundial, los que cofinancien estos proyectos. También los gobiernos deben presionar a las empresas para que produzcan aparatos mucho más eficientes.
Finalmente, Asia está en el punto de mira del acalorado debate sobre la necesidad de impulsar la energía nuclear. China se ha embarcado en un megalómano proyecto de 50.000 millones de euros para construir una nueva docena de centrales. Muchos ven en esta fuente de energía la única alternativa práctica, sin duda menos contaminante que el carbón, a las necesidades de un continente que necesita quemar de todo para mantener su espectacular crecimiento económico.
Fuente: http://www.es.globaltalentnews.com/mundo/corresponsalias/118/Una-nueva-barrera-en-el-rio-Mekong.html
Este artículo ha sido aportado por Alba García Vázquez de 1ºBach.A.
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