30/01/06 Por Frei Betto
La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento "La encrucijada de la desigualdad". Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.
La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento “The inequality predicament” (La encrucijada de la desigualdad). Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.
En las últimas cuatro décadas la renta per cápita de los países más ricos casi se triplicó. Entre los más pobres sólo creció un 25.94%. De 73 países con estadísticas confiables, entre 1950 y 1990 creció la desigualdad en 46 países, en 16 se mantuvo estable, y sólo se redujo en 9.
Imagine todos los bienes de consumo del mundo. Ahora piense que el 86% de ellos quedan en manos del 20% solamente de la población mundial. Y el 20% de los más pobres del mundo se reparten apenas el 1.3% de esos bienes.
El mundo está repartido en más o menos 240 naciones. Vea la diferencia entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres. Los primeros usan el 74% de las líneas telefónicas, mientras los demás sólo el 1.5%. Los 20 más ricos consumen el 45% de la carne y del pescado ofrecido por el mercado, y los 20 más pobres apenas el 5%. En materia de energía, los 20 países más ricos consumen el 58%, en tanto que los 20 más pobres sólo el 4%. Respecto al papel, el 87% de la producción queda en los 20 países más ricos, y el 1% en los 20 más pobres.
En cuatro décadas la renta de los 20 países más ricos casi se triplicó: alcanzó en el 2002 el nivel de US$ 32,339 por persona. En los 20 países más pobres creció sólo el 26%, para llegar a los US$ 267.
En América Latina la pobreza quedó congelada en las últimas dos décadas del siglo 20, pero aumentó la desigualdad. A comienzos de los años 90, el 10% de los más ricos del continente detentaba hasta el 45% de la renta nacional. En Brasil el 10% más pobre posee una renta 32 veces superior a la que ganan el 40% de los más pobres. Somos uno de los campeones de la desigualdad, a pesar de que nuestros índices sociales hayan mejorado con el gobierno de Lula.
El informe comprueba que no basta con combatir la pobreza, sino que es preciso atacar también las causas de la desigualdad. En otras palabras, sin distribución de la renta no hay modo de promover la inclusión social. Y la diferencia de clases no sucede sólo entre países ricos y pobres. Dentro de los ricos también hay graves diferencias sociales. La parcela del 1% de los más ricos de los Estados Unidos tiene en sus manos el 17% de la renta nacional.
Dos factores han contribuido a profundizar el abismo entre ricos y pobres: el avance tecnológico por un lado y el menosprecio de la mano de obra por otro. Cuanto más avanzada es la tecnología, menos empleos hay. Un computador en un escritorio de arquitectura, por ejemplo, es capaz de lanzar al desempleo a un buen número de personas. En su búsqueda del lucro excesivo, las empresas tratan de encontrar por todo el mundo quién pueda trabajar más y ganar menos.
Según la central sindical norteamericana AFL-CIO, en los próximos diez años los Estados Unidos exportarán unos 14 millones de empleos. Eso significa que dejarán de ofrecer puestos de trabajo dentro de casa para explotar mano de obra extranjera barata desprovista de seguridad laboral y social.
En todo el mundo, la mitad de las personas que trabajan -cerca de 1,390 millones- vive con menos de US$ al día; y la cuarta parte recibe, como máximo, US$ 1 al día. En Brasil, la mitad de los trabajadores dependen de un empleo informal, lo que suele ser sinónimo de pobreza.
Ese panorama tenebroso no puede ser revertido, según el brasileño Roberto Guimarães, coordinador del informe de la ONU, sino con mayor escolaridad y una política de renta mínima. “Tenemos que revisar la estructura de la economía mundial”, dijo. Y añadió: “Si queremos una globalización menos asimétrica, en cuanto se refiere al trabajo, deberíamos tener un marco internacional de empleo. Así sucedió con el medio ambiente hace algunas décadas, cuando las industrias se instalaban donde había menos leyes ambientales. Hoy hay un ISO (certificación internacional) y ya no se da esa discusión perversa”.
El informe muestra que, en Brasil, la (falta de) educación es la responsable del 50% de la desigualdad. La diferencia media de salario entre una persona con carrera superior y una sin estudios es del 814%. La tasa de matrícula en la universidad es del 16%; en la Argentina y Chile del 40%.
Sin cambiar el actual modelo económico, nacional e internacional, centrado en la concentración de la renta, nada indica que en el próximo informe tengamos mejores índices. Aunque siempre queda la esperanza.
Fuente: http://www.ecoportal.net/
Frei Betto es escritor, autor de la novela policíaca “Hotel Brasil”, entre otros libros. Traducción de J.L.Burguet. 12 diciembre 2005
Este artículo ha sido aportado por Cristina Caballero Ojeda de 1º de Bach. A.
La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento "La encrucijada de la desigualdad". Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.
La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento “The inequality predicament” (La encrucijada de la desigualdad). Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.
En las últimas cuatro décadas la renta per cápita de los países más ricos casi se triplicó. Entre los más pobres sólo creció un 25.94%. De 73 países con estadísticas confiables, entre 1950 y 1990 creció la desigualdad en 46 países, en 16 se mantuvo estable, y sólo se redujo en 9.
Imagine todos los bienes de consumo del mundo. Ahora piense que el 86% de ellos quedan en manos del 20% solamente de la población mundial. Y el 20% de los más pobres del mundo se reparten apenas el 1.3% de esos bienes.
El mundo está repartido en más o menos 240 naciones. Vea la diferencia entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres. Los primeros usan el 74% de las líneas telefónicas, mientras los demás sólo el 1.5%. Los 20 más ricos consumen el 45% de la carne y del pescado ofrecido por el mercado, y los 20 más pobres apenas el 5%. En materia de energía, los 20 países más ricos consumen el 58%, en tanto que los 20 más pobres sólo el 4%. Respecto al papel, el 87% de la producción queda en los 20 países más ricos, y el 1% en los 20 más pobres.
En cuatro décadas la renta de los 20 países más ricos casi se triplicó: alcanzó en el 2002 el nivel de US$ 32,339 por persona. En los 20 países más pobres creció sólo el 26%, para llegar a los US$ 267.
En América Latina la pobreza quedó congelada en las últimas dos décadas del siglo 20, pero aumentó la desigualdad. A comienzos de los años 90, el 10% de los más ricos del continente detentaba hasta el 45% de la renta nacional. En Brasil el 10% más pobre posee una renta 32 veces superior a la que ganan el 40% de los más pobres. Somos uno de los campeones de la desigualdad, a pesar de que nuestros índices sociales hayan mejorado con el gobierno de Lula.
El informe comprueba que no basta con combatir la pobreza, sino que es preciso atacar también las causas de la desigualdad. En otras palabras, sin distribución de la renta no hay modo de promover la inclusión social. Y la diferencia de clases no sucede sólo entre países ricos y pobres. Dentro de los ricos también hay graves diferencias sociales. La parcela del 1% de los más ricos de los Estados Unidos tiene en sus manos el 17% de la renta nacional.
Dos factores han contribuido a profundizar el abismo entre ricos y pobres: el avance tecnológico por un lado y el menosprecio de la mano de obra por otro. Cuanto más avanzada es la tecnología, menos empleos hay. Un computador en un escritorio de arquitectura, por ejemplo, es capaz de lanzar al desempleo a un buen número de personas. En su búsqueda del lucro excesivo, las empresas tratan de encontrar por todo el mundo quién pueda trabajar más y ganar menos.
Según la central sindical norteamericana AFL-CIO, en los próximos diez años los Estados Unidos exportarán unos 14 millones de empleos. Eso significa que dejarán de ofrecer puestos de trabajo dentro de casa para explotar mano de obra extranjera barata desprovista de seguridad laboral y social.
En todo el mundo, la mitad de las personas que trabajan -cerca de 1,390 millones- vive con menos de US$ al día; y la cuarta parte recibe, como máximo, US$ 1 al día. En Brasil, la mitad de los trabajadores dependen de un empleo informal, lo que suele ser sinónimo de pobreza.
Ese panorama tenebroso no puede ser revertido, según el brasileño Roberto Guimarães, coordinador del informe de la ONU, sino con mayor escolaridad y una política de renta mínima. “Tenemos que revisar la estructura de la economía mundial”, dijo. Y añadió: “Si queremos una globalización menos asimétrica, en cuanto se refiere al trabajo, deberíamos tener un marco internacional de empleo. Así sucedió con el medio ambiente hace algunas décadas, cuando las industrias se instalaban donde había menos leyes ambientales. Hoy hay un ISO (certificación internacional) y ya no se da esa discusión perversa”.
El informe muestra que, en Brasil, la (falta de) educación es la responsable del 50% de la desigualdad. La diferencia media de salario entre una persona con carrera superior y una sin estudios es del 814%. La tasa de matrícula en la universidad es del 16%; en la Argentina y Chile del 40%.
Sin cambiar el actual modelo económico, nacional e internacional, centrado en la concentración de la renta, nada indica que en el próximo informe tengamos mejores índices. Aunque siempre queda la esperanza.
Fuente: http://www.ecoportal.net/
Frei Betto es escritor, autor de la novela policíaca “Hotel Brasil”, entre otros libros. Traducción de J.L.Burguet. 12 diciembre 2005
Este artículo ha sido aportado por Cristina Caballero Ojeda de 1º de Bach. A.
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